ESCENA 20
Lu Pi-Tan se sentía rara desde su
encuentro con Sue Gla, pero no tanto como para cambiar su recorrido
por detrás del pabellón, ella seguía dirigiéndose a levante.
Cuando así hacía vio al otro lado del pabellón, en el bosquecillos
de alerces, a Luben Da-Lio meditando profundamente. Observó su
semblante, su coleta, su aura de concentración. Todo era tan
verdadero que no dudó por un momento que se trataba de una magnífica
actuación.
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Indudablemente un hombre que actuaba así pareciendo el más sabio y más prudente de todos despertó cierto interés en la dama que se creía dotada. Decidió mostrarse un poco descarriada y pasó al lado del meditador canturreando “Un mantón de la China-na-na me van a regalar” de la conocida ópera pequinesa “La verbena rosa y la paloma azul”.
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No mucho después pasó por allí, como por casualidad Sue Gla. Luben llevaba ya tanto meditando que ya lo hacía boca abajo sobre el pabellón. A Sue Gla aquellos alardes no acababan de parecerle bien. Recordó que en su juventud en la Corte del Celeste Emperador también había meditadores que con su prudencia y su sabiduría arrastraban a las muchachas hacia una bondad un poco de escaparate... pero ella se había mantenido fiel a sí misma y había conseguido unos buenos kilómetros de sedas de esas mujeres cuando simulaban aceptar la pobreza “No te preocupes Pio-Lin, tu medita y yo cargo con tu ropa lujosa”. Y así, tirando de un hilo, de seda claro, había acabado con aquel gran imperio que ¡Oh! Al fin parecía que iba a tener posible sucesor.
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