ESCENA 29
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El dragón Cheng-Cho es despertado por
los gritos del Mon-Tong y decide darse lo que en la China Central se
denomina A-Tra-Kong. Tanto come que al final entra de nuevo en estado
catatónico, y se va a dormir a su montaña, tranquilamente unos mil
o dos mil añitos más.
Sue Gla lo ve volverse a dormir y hace
un cálculo mental sobre el tiempo que va a estar durmiendo, teniendo
en cuenta los diseños de los caparazones de las tortugas, las ramas
de milenrama y las constelaciones llega a la asombrosa conclusión
que será en el año 2013 cuando vuelva a despertarse. Un poco para
darle la razón este número aparece reflejado en el cielo tras el
pabellón.
![](file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador/Escritorio/los%20chinos%20también%20lloran/Foto0143.jpg)
La buena de la mujer se pone a pensar
y llega a la asombrosa conclusión que tantas mentiras, tantos
problemas con el dios Mono, con la fábrica de sedas, con su marido,
con el duque de Chun, con el intercambio de bebés, con el dragón
Cheng-Cho y sus hábitos alimenticios, con toda la chinería habida y
por haber han tenido un final aceptable: triunfa el amor conveniente.
Pues no puede dejar de sonreír al pensar que al fin su Huan Jo-She y
su mucho más su Lu Pi-Tan se van a convertir en una nueva célula de
reproducción del modelo social imperante. Al pensarlo se llena de
emoción serena y de júbilo moderado.
-Mis sedas están a salvo.
Lo piensa mejor.
-Dios Mono concédeles veinte hijos
varones... o una hembra.
Y se va riendo.
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