ESCENA 24
El Genio del Pabellón echaba en falta
a su media mandarina, hasta el punto de que dejó de preocuparse por
ocultarse detrás del cenador que era su morada. Y como dice el
dicho: chino que se descuida se lo zampa el dragón. Cuando el pobre
ser vio las fauces de Cheng-Cho sobre su cabeza e incluso a los lados
de su cabeza lo único que pudo pensar era en a quién podría
contárselo al llegar al Otro Lado. Sólo a medio deglutir recordó
su condición de genio y que si hubiese echo ¡Chas! Hubiese
aparecido a tu lado... pero era tarde.
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Al dragón le supo a poco, pero era de buen conformar y decidió que después de zamparse un genio una sies-tang no vendría mal, y dicho y hecho.
Poco después Huang Jo-She volvió a
pasar por detrás del pabellón. Sus pasos pasaron desapercibidos en
general. Se sentía uno del Mon-tong. Estaba seguro que la muchacha
mejor dotada para él al final se iría con el otro. Como es habitual
en el que habla interiormente se equivocaba interiormente. Eso sin
embargo no lo podía saber. De momento decidió integrarse y corear
con todos “¡Garza o grulla la culpa es tuya!” y “¡Al dragón
solución y cerezos en flor!”
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