ESCENA 30
Ilustración
1: Lu Pi-Tan y Huang Jo-She se ven.
Lu Pi-Tang va hacia el oriente y al acercarse al pabellón ve a Huang Jo-she sobre la montaña del Dragón Dormido de Oriente. Los dos se miran a la declinante luz de la primera hora de la tarde y saben que ya no hay nada que decirse, por lo menos de la parte legal de su enlace pues sus letrados lo han dicho ya por los dos. Ahora ha llegado el turno de que hablen de viva voz sobre sus vida y su futuro.
Curiosamente, cuando él al fin baja y
llega donde está ella, lo primero que hacen es recordar el pasado.
Ambos estaban destinado el uno al otro desde que nacieron de madres
aleatorias. Luego se ponen a hablar de esto y aquello y entre
hermosos poemas, planes de ahorro, piropos velados y juegos de
palabras se les hace de noche y la luna es testigo de sus amores. Y
mientras, junto al pabellón las garzas o grullas seguían a lo suyo
como si a su lado no hubiese pasado nada.
Ilustración
2: Al fin pueden dar rienda floja a su pasión moderada.
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