ESCENA 26
El duque de Chun no tiene descanso,
desde que sabe lo que ya sabía no puede parar de pensar ¿Qué ha
hecho con su vida? Y más en concreto ¿quiénes eran todas esas
mujeres con las que había yacido?
![](file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador/Escritorio/los%20chinos%20también%20lloran/Foto0252.jpg)
Misteriosamente siente absoluta
claridad hacia dos cosas y para que esa claridad se extienda decide
tener una cita con Huang Jo-She en la que le va a decir la verdad,
para variar. Deja a su escolta personal de cien caballeros escondidos
en el bosque de alerces y parte al otro lado del pabellón donde
Huang Jo-She lo espera con moderada expectación.
Después de los saludos formales
debidos a sus respectivas categorías sociales Chun-Go dice a
bocajarro.
-Soy tu padre.
Huang Jo-She no se acuerda de que dice
la etiqueta para estos casos, se lamenta internamente de semejante
laguna.
-¿Y mi madre lo sabe?
Nada más nombrarla los dos hombres,
el alto dignatario y el joven letrado, tiemblan.
-Sue Gla lo sabe, pero ella no es tu
madre.
-¿Quién es mi madre?
El duque de Chun pone cara de
preocupación, una cara que antes no ponía nunca, y sin embargo lo
hace estupendamente.
-No lo sé.
-Comprendo.
Y después de los saludos estipulados
y las loas a ambos clanes que tal vez sean el mismo, Huang Jo-She se
va.
-Lástima que Cheng-Cho se haya comido
al Genio del pabellón, ahora tendré que contar yo esta historia.
El duque de Chun se queda solo y
mientras medita en su soledad y sus cien hombres beben vino de arroz
siente que su mundo ha invertido los colores, y no está seguro de
querer seguir en él.
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