ESCENA 17
Ilustración 1: La
sombra de Sue Gla se acerca
Mientras Lu Pi-Tan se dirigía esa mañana hacia el poniente otra sombra apareció tras el pabellón.
Sue Gla se quedó sorprendida al ver a
aquella mujer dotada para su hijo de encantos y yuanes. Ella la
conocía ¿De qué le sonaba aquel clavel chino que tiene en la
boquita? No estaba segura pero debajo de aquella capa de polvos de
arroz con la que podría alimentarse a cinco familias de campesinos
había una mujer que no la dejaba indiferente. ¿Se habría vuelto
seguidora de la poetisa Sa-Fong? No, no lo creía, era otro tipo de
atracción que le revolvía, ordenadamente, sus entrañas.
Lu Pi-Tan lo tuvo más fácil,
reconoció rápidamente a la fémina en cuestión, y en lo que suena
un gong organizó un plan: mentiría. No era un plan muy original
pero sí respetuoso con la tradición.
Ilustración 2: Sue Gla
y Lu Pi-Tan aclaran las cosas
-Que
su vida dure más de cuatro mil años más que el sol.
-Y tú que lo veas.
Lu Pi-Tan sonrió después del saludo
ritual, como corresponde a una joven doncella que saluda a una dama,
y esperó.
-Una joven dotada de belleza y dotada
de elegancia no debería pasear sola por detrás de los pabellones.
Especialmente de los municipales.
-Tiene en todo razón.
-Lo sé.
-Sólo diré en mi defensa que si una
dama de su alcurnia y porte va tras este pabellón yo podría besar
las huellas que deja.
-Sí, tienes dotes para eso.
-Y para más.
Con gran esfuerzo Sue Gla consiguió
que sus ojos rasgados no emitiesen ningún brillo de satisfacción,
pero Lu Pi-Tan logró vislumbrar el autocontrol de la dama que siguió
a lo suyo.
-¿Podría indicarme su nombre?
-Soy Gua Dalu-Peng.
-¿De los Dalu-Peng de Lo-Mas de Cha
Pul-Te-Peg?
Lu Pi-Tan sonrió como si fuese mejor
no aclararlo, lo cual hizo dudar un momento a Sue Gla, sin embargo al
recordar las fábricas de imitación de cerámicas japonesas que
poseían los Dalu-Peng cedió totalmente. Aquella chica era un montón
de jade, como se decía en la China Central.
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