martes, 3 de julio de 2012

Sección sopas y potajes. Sopa de primavera


 Poco a poco vamos entrando en materia. El tiempo nublado tal vez ha influido para que las cocinas de los mejores restaurantes se llenasen de aficionados al llamado 7,5º arte, el cine inexistente. Esta sección, reconstituyente donde las haya, está llena de cálidas y tradicionales producciones que dejan el cuerpo preparado para lo que venga después. 


En esta sección hemos podido disfrutar de los siguientes largometrajes: Como mosca en la sopa emotiva reivindicación de nuestros alados compañeros de vida, Potaje de sospechosos intriga y dolor de barriga, De cuchara esta película guatemalteca nos hace reencontrarnos con nosotros mismos y Lentejas ajenas ¿quién no metió alguna vez la cuchara en el plato de otro?  Además de Sopa de primavera del, algo caduco ya, Marrak Hesh.



Título original: ربيع حساء
Director: Marrak Hesh
Año: 2011
País: Marruecos
Temática: Inocencia gastronómica
Guionista: Alí Fez
Música: versión beréber de "Sopa de caracol"
Intérpretes: Rudolf  Van der Wersteen (Yosuf), Yasira Mulah (Fátima)  


Sinopsis: En una remota aldea del Atlas Yosuf lleva una vida de pastor recolector, por lo demás muy común entre sus convecinos. No parece que su vida sea distinta a la de los demás, y aún así un secreto planea sobre su existencia. Ese secreto tal vez explique por qué le gusta tanto el potaje y las sopas, especialmente la sopa de primavera, esa que se hace con lo que se encuentra a mano. Y no es que desprecie el cordero o le haga ascos al cuscús... pero esa sopa hecha con cualquier cosa que se pueda cocinar le vuelve loco. También es un poco raro que a sus casi treinta años no le haya cambiado la voz, y que siga teniendo el pelo tan rubio como cuando nació, los ojos tan azules y la piel tan blanca, como si el sol del Atlas no pudiese requemársela. Tampoco es habitual que en sus sueños todo el mundo hable otro idioma y que se dedique a pastorear grandes vacas blancas y negras en enormes prados completamente planos. Pero sobre todo su gusto excesivo por la sopa lo convierte en blanco de todas las críticas, hasta el punto que le llaman Yosuf el sopero. 
Llega un momento en que cae de la burra que lo lleva a Sidi Mbarek y al ser ingresado en el hospital los médicos le aseguran que necesita una donación de algún segmento de su cuerpo, pero que no se preocupe cualquier familiar se lo puede donar. El caso es que ningún familiar puede hacerlo por que no son compatibles, y los médicos lo dan rápidamente de alta. 
De vuelta al hogar, Fátima, la madre de Yosuf, le prepara una reconstituyente sopa y el bueno del chico se lo agradece, se agacha para besar a su renegrida madre y se marcha en pos de sus cabras mientras repite su frase favorita: "lo primero es el deber".

Lo mejor: Rudolf es un mago de la interpretación. En ciertos momentos uno llega a creerse su inocencia y podría asegurar que es un cabrero del Atlas.

Lo peor: Sin embargo es raro que un cabrero del Atlas use zuecos de madera y tenga pavor a las inundaciones. Algo no acaba de encajar en esta película. Por otra parte la obra de Marrak siempre adolece de una falta de algo que es difícil decir: interés ¡Ah! pues no era tan difícil.

Reacciones del público:

- "Me recordó tanto a Marco que lloré sin parar"
-"¿No nos engañamos todos para poder seguir viviendo? pobre chaval."
-"Yo sólo fui por acompañar a Marta".

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