jueves, 28 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 19


ESCENA 19

Huang Jo-She no las tenía todas consigo, desde que Luben había venido a aquellos pagos todas las damiselas estaban especialmente bondadosas, respetuosas, meditativas y moderadas. Su amada desconocida y dotada no podía quedar fuera de esa atracción, sería poco moderado.
Precisamente iba paseando por el bosque de alerces camino de la parte posterior del pabellón cuando lo vio allí, bajo el gran sicomoro rojo meditando ¡Se le veía tan sabio y prudente! Y además nadie mantenía la coleta tan recta y brillante como él.

                                    Ilustración 1: Luben Da-Lio mantiene la coleta como nadie

El pobre pretendiente ocular de Lu Pi-Tan no quiso interrumpir la paz de aquel hombre y decidió, por una vez, pasar por delante del Pabellón, generando cierto desasosiego en las garzas o grullas que allí habitan, acostumbradas a que todo pase tras ellas.

                                   Ilustración 2: Huang Jo-She pasando por delante del pabellón

Mientras introducía en su vida este importante cambio de dirección Huang Jo-She decidió meditar como si se tratase de una damisela enamorada de Luben ¿Realmente él se complacía con la idea de desposar a Lu Pi-Tan? Si se trataba de sinceridad interior debía decir que le complacía moderadamente, si se trataba de la no-conversación que sobre el tema mantenía con su madre, la moderación era más grande. Si se trataba de lo que oía al servicio la moderación en su gusto por la chica era muy grande. Decidió concluir que el servicio había estado siempre más cerca de los sentimientos verdaderos y que lo más probable es que él sintiese una moderadísima inclinación por la chica.
Más contento después de haber llegado a una conclusión abandonó aquel escenario.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 18


ESCENA 18

                               Ilustración 1: Lu Pi-Tan sale de un peligro y casi cae en otro



Después de que Sue Gla se hubiese ido Lu Pi-Tan permaneció sola tras el pabellón disfrutando de la mañana.
-Uf, el peligro se ha ido.
Se dijo a sí misma. Y sin embargo un frío inesperado recorrió su columna cervical como si algo venido del Más Allá de las Montañas Verdeazuladas de Occidente le hubiese soplado un hálito de muerte.
Movió la cabeza desechando semejante idea y se marchó feliz sin ver que el peligro podía ser fácilmente Sue-Gla pero también podía ser el dragón Cheng-Cho, conocido también como el Tragaldabas de Trebisonda.
Esa misma noche llegó al mundo que hay más atrás dl pabellón un nuevo personaje:Luben Da-Lio encargado provincial de ritos relacionados con Cisnes, Princesas tristes, lagos de azur y asimilados. Era un hombre de la Corte pero allí se sentía desfallecer por el complicado ritual y por el acoso de las mujeres cortesanas ¡Es tan sabio y tan prudente que ninguna se le podía resistir!

                       Ilustración 2: Luben Da-Lio en actitud sabia y prudente, como casi siempre

Se había subido a meditar iluminado por la luna sobre la montaña del Dragón Dormido de Poniente, después de almidonarse la coleta para que presentase su mejor aspecto. Y allí sentado, plácido y armonioso fue visto por casi todo el mundo, las mujeres con dote, sin dote, concubinas, sin cubinas, todas ellas suspiraron con cierto decoro y sus corazones palpitaron un poco más de lo que el acupuntor les recomendó.
-¡Es tan sabio y tan prudente!
Se oía por todas partes. Luben seguía meditando indiferente a la mayoría de los elogios.

martes, 26 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 17


ESCENA 17
                                         Ilustración 1: La sombra de Sue Gla se acerca


Mientras Lu Pi-Tan se dirigía esa mañana hacia el poniente otra sombra apareció tras el pabellón.
Sue Gla se quedó sorprendida al ver a aquella mujer dotada para su hijo de encantos y yuanes. Ella la conocía ¿De qué le sonaba aquel clavel chino que tiene en la boquita? No estaba segura pero debajo de aquella capa de polvos de arroz con la que podría alimentarse a cinco familias de campesinos había una mujer que no la dejaba indiferente. ¿Se habría vuelto seguidora de la poetisa Sa-Fong? No, no lo creía, era otro tipo de atracción que le revolvía, ordenadamente, sus entrañas.
Lu Pi-Tan lo tuvo más fácil, reconoció rápidamente a la fémina en cuestión, y en lo que suena un gong organizó un plan: mentiría. No era un plan muy original pero sí respetuoso con la tradición.
                                           Ilustración 2: Sue Gla y Lu Pi-Tan aclaran las cosas
-Que su vida dure más de cuatro mil años más que el sol.
-Y tú que lo veas.
Lu Pi-Tan sonrió después del saludo ritual, como corresponde a una joven doncella que saluda a una dama, y esperó.
-Una joven dotada de belleza y dotada de elegancia no debería pasear sola por detrás de los pabellones. Especialmente de los municipales.
-Tiene en todo razón.
-Lo sé.
-Sólo diré en mi defensa que si una dama de su alcurnia y porte va tras este pabellón yo podría besar las huellas que deja.
-Sí, tienes dotes para eso.
-Y para más.
Con gran esfuerzo Sue Gla consiguió que sus ojos rasgados no emitiesen ningún brillo de satisfacción, pero Lu Pi-Tan logró vislumbrar el autocontrol de la dama que siguió a lo suyo.
-¿Podría indicarme su nombre?
-Soy Gua Dalu-Peng.
-¿De los Dalu-Peng de Lo-Mas de Cha Pul-Te-Peg?
Lu Pi-Tan sonrió como si fuese mejor no aclararlo, lo cual hizo dudar un momento a Sue Gla, sin embargo al recordar las fábricas de imitación de cerámicas japonesas que poseían los Dalu-Peng cedió totalmente. Aquella chica era un montón de jade, como se decía en la China Central.

lunes, 25 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 16


ESCENA 16



                                           Ilustración 1: Chun-Go vuelve de Jara-Nag

Al duque de Chun le había pillado el amanecer después de una francachela de la que ya ni se acordaba y al pasar por detrás del pabellón recordó a Sue Gla ¿Realmente había podido tener un hijo con aquella mujer que le acobardaba? Ahora que no estaba nadie delante podía pensarlo con tranquilidad.
Miró de reojo a sus cien guerreros de la escolta personal, aquellos nos e podían contar como alguien. Él se acordaba de aquella mujer que tenía entonces un poder desmedido y que todos decían era la mano derecha del Dios-Mono... ¿el Dios-Mono tendría manos o serían patas?¿Sería digno decir que Sue Gla era la pata derecha del Dios-Mono?
Se quedó un poco pensativo. No, el no se acordaba de haber tenido trato carnal con Sue Gla. Se imaginó en qué postura... la de la escuadra y el perejil. Y se echó a reír como si fuera aún un crío de cuarenta años y no un duque achacoso... como decía la 12 con mucha gracia ¡Ay, cuando el duque caduque!
No, él no había tenido ningún hijo con Sue Gla. Y de pronto las palabras de la mujer llegaron a sus oídos con mayor claridad “¡Huang Jo-She es tu hijo!” pero no decía en ningún momento que fuese de ella. Y eso podría encajar, como suele ocurrir en la provincia de Es Lavoi-Nag.
                                         Ilustración 2: La sombra de Cheng-Cho es oblicua
Una vez que el duque de Chun abandonó el escenario detrás del pabellón algo inesperado ocurrió, el dragón Cheng-Cho despertó dispuesto a destrozar cualquier cosa con sus afilados dientes ¿Lo hará?¿Quién será su víctima o víctimas?¿Tendrá un comportamiento ritual en el momento de sacrificarlas?¿Dejará una firma identificable junto a sus cadáveres? ¡Quién lo sabe!

jueves, 21 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 15


ESCENA 15




Ilustración 1: Lu Pi-Tan se desespera por nada



La pasión inundaba el alma de Lu Pi-Tan como el agua inunda un arrozal; con orden. Por eso decidió que esta vez, cuando encontrase a su prometido ocular, pasaría a otro canal de expresión, al más confuso y entretenido de todos: le hablaría ¿qué le podría decir? Intentó recordar algo de El Libro de las odas que viniese al caso, sin embargo en su cerebro afectado por el sosegado ardor amatorio no lograba aclararse ¿Eran los jacarandás los que florecían sobre el lánguido lago sobrevolado por tordos o era un solitario cedro el que hacía sombra sobre el melancólico lago mientras lo sobrevolaban charranes?
-No, eran melocotoneros que cargaban sus ramas con rosados frutos hasta tocar con sus ramas en el estanque sereno mientras lo sobrevolaban becadas.
Quedó pensativa.
-El caso es que hay un árbol que está en algún proceso vegetativo junto a una masa de agua dulce y en paralelo a su superficie pasan aves.
Se desesperó ¿A qué clase de personas les podría importar lo que había en el fondo de la cuestión si lo que existe de verdad es la cuestión.? Cuando ya desesperaba del todo Huang Jo-She apareció en escena. ella habló con los ojos y él no se quedó corto. Y justo cuando ambos iban a abrir la boca para comunicarse toda suerte de conocimientos botánicos u ornitológicos mezclados apareció el Mon-Tong de chinos reclamando un salario proporcionalmente justo y algunos momentos de descanso.
-¡Solicitamos humildemente un ratito de libre disposición cada diez días!
-No seas exaltado Fula Ni-Tong, con un instante cada veinte días nos arreglamos.
-No, hermano Menga Ni-Tong, vamos a por bastantes.
Lu Pi-Tan se fue sintiéndose desgraciada hacia el poniente y Huang Jo-She igual pero hacia el levante.


Ilustración 2: El Mon-Tong interrumpe la casi conversación entre Lu Pi-Tan y Huang Jo-She. Nunca sabremos quién sobrevoló el lago



Y ambos pensaron, un poco de través, en que les hubiese ido mejor si sus padres hubiesen mantenido la promesa de casarlos que habían hecho cuando nacieron. Cada uno pensó esto del otro sin saber que el otro era el otro (Nota del traductor: esto en chino tiene más sentido, seguro)

Los chinos tan bien lloran 14


ESCENA 14


                                                   Ilustración 1: Azul, la tarde es azul 

Lu Pi-Tan no cabía en sí de moderada felicidad. Salió a pasear hacia el poniente y llamó
mucho la atención de la muchacha embargada de suave dicha lo azul que le parecía la tarde. Ella
contaba con la posibilidad de encontrarse con su amado desconocido al que había entregado su
amor y su dote, al menos con los ojos, esos notarios del alma, como eran llamados en la china Tang.
El cielo azul resultó ser llovizna, y Lu corrió a casa. Ya que no podía pasear haría un solitario de
mah-jong mientras se abanicaba con el pay-pay y tomaba té oolong.

Mientras Huang Jo-She al fin lograba escapar de la merienda que su madre le había
preparado a base de bambú gigante, setas de gno-mong y rollitos cuatro estaciones. Las palabras de
su madre aún resonaban en sus oídos:
-Soltero y magro el bacalao.

De pronto Huang se paró en seco ¿no sería su mujer dotada otra madre como la que ya
tenía? Como si el Cielo quisiese decirle algo en ese momento empezó a diluviar. Por suerte el
sombrero triangular evitaba cualquier mojadura en la cabeza y en su trenza peinada con sumo
cuidado.

Como siempre el Cielo no hablaba claro pero mientras el hombre iba bajo la lluvia tuvo
clara añoranza de aquella prometida suya que le fue arrebatada por el mal de la niebla verde y
posiblemente por su madre a través del Dios-Mono.
-Oh, Lu Pi-Tan ¡Hubiese podido ser moderadamente feliz a tu lado! ¡Maldigo, un poco, a mi madre
y al Dios-Mono!

Y mientras decía esto gruesas gotas de agua rodaban por su bien formado rostro, si eran
lluvia o lágrimas es una cuestión difícil de discernir y en realidad mal planteada ¿no son las gotas
de lluvia lágrimas del Cielo? Otra pregunta difícil de responder.
                                                  Ilustración 2: La lluvia y las lágrimas 



miércoles, 20 de febrero de 2013

Los chinos tan bien lloran 13


ESCENA 13



Ilustración 1: El duque de Chun y Sue Gla platican

Sue Gla decidió parecer franca y clara, con la esperanza de que Chun-Go infiriese lo serio que era el asunto que se traía entre manos. Éste decidió esconderse dentro del pabellón al ver cómo se acercaba la reina de la seda, pues ya desde su encuentro en la juventud la temía, cuando él era fogoso sin más, así porque le salía, antes de caer en esta simpática y suave libidinosidad.
-Te veo.
-No, esto no es un quiosco.
-Eres Chun-Go.
-Lo soy.
-Y mucho.
Después de este reconocimiento mutuo, y de algunos preces e invocaciones a los dioses manes de ambas familias Sue Gla empezó su verdadero trabajo de fondo.
-Esta mañana vi al faisán dorado posarse al Este del Lago de los Lotos Amarillos junto a la Peonía Rosa a punto de florecer.
-Es provechoso cruzar las grandes aguas.
-La peonía en la luna de Marzo, el martín pescador captura una perca.
El duque de Chun movió de una manera significativa su bigote engominado ritual; había comprendido. Sue Gla también había comprendido que Chun-Go se había dado cuenta de su doble juego y lo había interpretado en el sentido que ella quería darle, arrimando el ascua a su carpa dorada.
Cuando el buen hombre estaba a punto de irse Sue Gla no puedo evitarlo, como si un ser de otro mundo, tal vez de alguna populosa ciudad e América, la hubiese poseído, dijo:
-Huang Jo-She es tu hijo, mi amor, mi cielo, mi vida, mi todo.
-Ya, ya lo había pilla-dong.


Ilustración 2: Sue Gla peca de hipermetropía



Y sin decir mucho más, incluso nada más, se fue dejando a la mujer como dueña y señora de ese pequeño escenario que es la vida de cada uno y más en concreto la vida tras el pabellón de las Grullas o Garzas. Y mientras lo contemplaba cayó de la burra.
-¡Anda si el pabellón está sobre el agua y hay un puente que lleva a él! Lo que es ver las cosas de cerca.

martes, 19 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 12


ESCENA 12

Mientras Lu Pin-Tan y Huang Jo-She mantenían su muda conversación acerca de la dote que ella poseía ahora, además de algunos comentarios jocosos sobre las Analectas de Confucio, Sue Gla no perdía detalle subida al Monte del Dragón Dormido de Poniente. Alabando al Dios-Mono con uno de sus hemisferios cerebrales por concederle tan buen oído y vista, y calculando el monto de la dote de la chica con el otro no se había apercibido en un primer momento de que algo pasaba en el bosque de alerces ¿Qué hacía allí aquella pequeña escolta de cien hombres armados a caballo?¿De quién era aquella armadura forjada en To Le-Dong, según le parecía ver desde las alturas?
-¡Oh, Por los cien emperadores calvos de la Era de las Primaveras y los Otoños Fríos! ¡Es Él!
Y lo era.


Ilustración 1: Sue Gla descubre a Chung-Go escondido en el bosque de alerces, y recuerda



-¡Oh!
Antes de seguir exclamando de forma inmoderada se pasó al modo reflexivo y recordó las circunstancias en que había conocido al Duque de Chung. Se acordó de ella misma ¡qué joven e inexperta era entonces su ambición! Y aún así echaba de menos aquel empuje y decisión. Y también recordó que la libidinosidad de Chung-Go era igual de refrescante. Por un momento bajó la guardia y vio al duque como si fuese un libidinoso ritual, estaba preso en su papel ¿pero no el pasaba a ella lo mismo? Se imaginó por un momento como una inocente y bondadosa dama budista y casi se cae del monte de risa, eso sí, contenida
Todos estos años sin verlo, sólo en algún rollo del Ho-Lang! Mientras esperaba a que la atendiese el acupuntor... siempre rodeado de concubinas, raptos, desposando mujeres bien dotadas...
Y de pronto en su cerebro bien entrenado saltó un resorte ¿No estaría su Armoniosa Alteza el duque de Chung intentando birlarle la mirla blanca a su hijo Huang Jo-She? La posibilidad la dejó sin habla interior unos minutos, pero como el cálculo probabilístico es una de las pasiones nacionales de la China Central al poco ya había hecho unas cuantas integrales y con su ábaco de bolsillo había llegado a una conclusión: las apuestas estaban 100 contra 0 a favor de que así fuese.

                                                      Ilustración 2: Lo impedirá
-Lo impediré.

lunes, 18 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 11



ESCENA 11



Ilustración 1: Piz Pi-Re-Tang, y con ella toda la chinidad, es informada de que su ama tiene dote, mientras pasea por el bosque de alerces



Desde que Lu Pi-Tan se sabía con dote lo único en que pensaba era en encontrase por casualidad detrás del pabellón con aquel hombre que parecía sacado de un lacado. Su ansiedad le impedía centrarse en la realidad, y la realidad era que no había llegado ningún yuan de ninguna de las esquinas del Imperio Celeste a su Centro, donde ella vivía, y que seguía siendo una asalariada mal pagada de la Ópera de Pekín. Y más todavía, su falta de cordura llamada por algunos enamoramiento y por la mayoría cosas con nombres menos halagüeños le impedía ver que era imposible que su secreto fuese guardado y que rodeada de Genios, Doncellas, Duques libidinosos, Sue Glas y un Mon-Tong más era improbable que la verdad de la buena tuviese posibilidades de triunfar.



Ilustración 2: Entre Huang Jo-She y Lu Pi-Tan todo estaba no-dicho con claridad

Así que su ceguera la protegía de la realidad y curiosamente la realidad la protegía de su ceguera, porque una vez que el Genio del Pabellón Solitario de las Garzas o Grullas oyó de labios del Dios-Mono que Lu Pi-Tan tenía dote no tardo ni lo que se tarda en pintar un retrato en grano de arroz en contárselo a Piz Pi-Re-Tang y entre ésta y el resto de millones de chinos Han no mediaba ni un eslabón. Poco después lo supo Sue Gla, por otras fuentes lo supo Huang Jo-She y el propio duque de Chun fue informado a través de su concubina 17 Lis Ti-Yang mientras realizaban la postura del mono chillón y la carpa.
Cuando Lu Pi-Tan al fin vio a su chino de lacado, en sus ojos pudo ver que ella tenía dote, y así acabó de creérselo. Se miraron y se fueron. Todo estaba no-dicho con claridad.

viernes, 15 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 10


ESCENA 10



Ilustración 1: Sue Gla chinada por lo oído al Mon-Tong

Sue Gla lo había oído todo escondida tras el gran sicomoro rojo. No le había gustado aquella alusión a su relación divina con el Dios-Mono sobre todo porque sólo ella sabía la verdad: Había tenido que teñir al tercero de los cabritillos pues la cabra Blank-Qi-Tang sólo había parido dos negros. Y desde entonces esperaba que el Dios la castigara...
Precisamente el Dios-Mono era poco partidario de defraudar a sus seguidores, y menos a uno como Sue Gla que tanto sacrificio de pollos, cabritillos, palomos y cornejas le hacía. Así que decidió pasar a la acción. Cuando ya estaba anocheciendo y la pobre Lu Pi-Tan se dolía de todas las articulaciones, menos de la muñeca izquierda, por estar allí escondida en el pabellón, el Dios-Mono la llamó.
-Lu Pi-Tan, soy el Dios-Mono.
La damisela asomó por un lado del pabellón, y cuando vio la imponente y sedente figura del dios decidió creer.
-Oh, vienes a por mí. De sobras sé que eres muy de Sue Gla.
-No, vengo precisamente a vengarme de ella. Por... pongamos motivos rituales.


Ilustración 2: El Dios-Mono dota a Lu Pi-Tan para vengarse. Ella ni se lo piensa.

-Lo entiendo ¿Y qué papel juego yo en todo esto?
-Uno que te está reservado.
Se notaba que el Dios-Mono intentaba hablar como se espera que lo hiciese uno de su nivel de existencia; dudosa. Sin embargo no le salía muy bien, así que cambió de forma de hablar y como si nunca hubiese abandonado los más bajos fondos de Shangai dijo.
-Mira Ma-Ja, lo que es por ti no movería un dedo por más articulado que éste. Voy a darte algo Mo-Long porque así le doy en las narices a alguien cuyas siglas son S. G.
Lu Pi-Tan bajó la cabeza en señal de aceptación, al fin y al cabo ella no se iba a oponer a los designios divinos, por más que la divinidad fuese de tan poco fiar y lo hiciese para fastidiar a otra.
-Ala, puedes Larg- Harte hacia el Poniente y que sepas que ya cuentas con una dote.
Lu Pi-Tan sonrió con increíble mesura e hizo caso al Dios.


jueves, 14 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 9


ESCENA 9

Huang Jo-She había subido al monte del Dragón Dormido del Poniente a ver si desde allí divisaba a su Querida Desconocida. Ella seguía escondida en el pabellón presa del pánico de verse envuelta en una premonición estampada.
El pobre chico empezó a pensar en su vida desde aquel encuentro, pues no sólo había cambiado su corazón, que ahora iba más al poniente, sino algunas otras cosas. Por ejemplo, ahora le daba por subir al monte mucho más de lo normal y eso que él era cabra, pues había nacido en un año dedicado a ese animal. Además estaba su madre, siempre se había preocupado por su alimentación, bueno y por su vestimenta, y por su formación, y por su futuro matrimonial, y porque alguien estuviese cerca para rascarle la espalda... pero últimamente todo se había vuelto excesivo. Rollitos cuatro estaciones, arroz diez delicias, sopa de aleta de cachalote, nidos de cigüeña... no era de extrañar que necesitase subir al monte a hacer un poco de ejercicio.


Ilustración 1: Huang Jo-Se medita y desarrolla sus sentidos desde el Monte del Dragón Dormido de Poniente



De pronto detrás del pabellón se oyó un ruido infernal. Huang Jo-She aguzó la vista y el oído. Había una polvareda que se acercaba y no dejaba ver con claridad. Cuando al fin pudo ver se relajó.
-Ah, es otro Mon-Tong de chinos en rebelión.  


Ilustración 2: Un Bun Mon-Tong de chinos protestan por las carestías en general.

Aguzó el oído un poco más y ya pudo oír algunas de las consignas: “Desde los pabellones no hay soluciones”, “Menos arroz en la cara y más por la cara” “Aunque la Sue Gla se vista de seda, mona queda”.
Huag Jo-She sintió una punzada de felicidad al oír como criticaban a su madre con esa sutil referencia al Dios Mono, al que ella adoraba y que, según ella había contribuido de forma decisiva a la fortuna familiar. Ella nunca le había contado cómo, pero a sus oídos había llegado la historia de que ella habría sacrificado tres cabritos negros hijos de la misma cabra blanca Blank-Qi-Tang al Dios Mono para que el Humo Verde descendiese sobre las moreras de los Pi-Tan y así hacerse con ellas por escasos yuanes. El chico se quedó allí reflexionando.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 8

ESCENA 8


El duque de Chun se había escondido en el bosquecillo de alerces que había a un lado del pabellón a la espera de que pasase la linda damisela. Y de hecho Lu Pi-Tan se disponía a ir hacia el poniente, como siempre, con la vaga idea de toparse con aquel desconocido de cuidada coleta y ojos oblicuos que la había mirado de reojo. La cantidad de polvos de arroz que se había echado encima era tan extrema que rezaba para que no nevase o nunca la encontrarían entre el blanco elemento.

Ilustración 1: El duque de Chun se esconde en el bosque de alerces

Cuando sus pasos se aproximaban al pabellón, y ella también, de pronto tuvo una extraña visión, al principio pensó que al cielo se le había dado por estamparse, lo cual no le parecía mal. No estaba en contra de sus nubes, de sus cambios de color, de su profundidad, pero un estampado era algo que le estaba haciendo falta a los cielos de la China Central. Aún así Lu era una Pi-Tan, y la sangre de esos nobles morereros fluía por sus venas, así que su mente dijo “No puede ser”. Aquello no era un estampado era una señal. Y la señal indicaba que el bosque de alerces al lado del pabellón era como una jaula. Lu Pi-Tan pensó en el anagrama de jaula y sus posibles significados y raíces.
-Tiene el mismo radical que trampa.

Ilustración 2: Lu Pi-Tan ve la trampa


Y oírse decir eso una fuerza salida de no se sabe donde la hizo avanzar a grandes pasos con sus pequeños pies y esconderse dentro del pabellón. Allí había mono encerrado.
El duque Chun-Go consultó la posición del sol. Se estaba haciendo tarde y era hora de propasarse con las lavanderas del río Verde, formado por la confluencia de los ríos Amarillo y Azul, y que al juntarse con el río Rojo daban lugar el hermoso río Marrón. Sin pensarlomucho más, se marchó.

lunes, 11 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 7

ESCENA 7


Ilustración 1: El duque Chun-Go espera a la damisela tras el pabellón

A los oídos del duque de Chun había llegado la historia de la mujer hermosa que paseaba solitaria tras el pabellón solitario de las garzas o grullas y que con sólo su mirada había conquistado al mejor partido de la prefectura. El duque de Chun, al que debido al tratamiento todos nombraban como Chun-Go, era un hombre libidinoso en extremo. Así que inmediatamente armó su caballo con todo las armaduras habidas y por haber, y con una discreta escolta de cien hombres con sus estandartes y oriflamas llegó hasta cerca del pabellón.
Mientras esperaba la llegada de la muchacha intentó recordar que concubina era la que le había contado aquello. Saco su tabla de concubinas, por suerte las tenía organizadas por tamaños de pies y dirección del rabillo del ojo. Las impares eran de mirada oblicua hacia el suelo, las de número par de mirada oblicua al techo. Miró la tabla y recordó: oblicua hacia abajo y pie talla media pequeña. Siguió las líneas con el dedo. La 17, esa era... Lis Ti-Yang. Claro, había sido ella la que se lo había contado mientras probaban aquella postura del loto invertido y la rana coja. El duque Chun-Go sonrió para sus adentros y para sus afueras.

Ilustración 2: La tarde u la lujuria tiñen la espera del duque


La tarde caía mientras un halo de Lu Ju-ria envolvía todo el ambiente. Mientras el duque se atusaba el bigote un tanto largo sus hombres se jugaban a pares y nones la soldada de aquella nueva jornada. Todos daban por supuesto que la dama en cuestión caería rendida ante la humanidad, más bien inmensa, de su duque. Un hombre tan bien cebado no era posible rechazarlo.

Los chinos tang bien lloran 6

ESCENA 6

Ilustración 1: Huang Jo-She recuerda a su amada con la luna de testigo

Esa misma noche Huang Jo-she subió al monte del Dragón Durmiente de Levante y allí a la luz de la fulgurante luna llena recordó el encuentro tras el pabellón ¡qué hermosos y pequeños pies!¡Qué forma más sutil de mirar y no hacerlo! ¡Qué sedas tan brillantes la envolvían! ¡Qué de polvos de arroz llevaba encima! Parecía la misma luna por su palidez. Una parte muy confucionista de su cerebro le dijo que si la seda era rica y los polvos de arroz abundantes la chica tenía que tener posibles ¿se trataría de una chica dotada? Su corazón dio un vuelco y suspiró. Tal vez la herida infringida por el Dios-Mono que levantó el Humo Verde que acabó con las moreras de su prometida fuese restañada con esta nueva mujer fecunda y amable.

Ilustración 2: Lu PI-Tan se lamenta ante las grullas o garzas. Elogio de la naturaleza

Debido a su vida mundana en Pekín Lu Pi-Tan va a el pabellón cuando la luna ya esta más baja, pero esa misma noche,también ella recuerda mentalmente el encuentro ¿y si al final en su pueblo volviese a encontrar lo que andaba buscando?¿Pero una mujer como ella sin dote podría aspirar a la felicidad conyugal? Mucho más lúgubre llegó a pensar ¿pero existe la felicidad conyugal? Y sin embargo al recordar el orden perfecto de la coleta de aquel hombre su mirar al bies desde sus ojos oblicuos... algo en su pecho ardía. Lu Pi-Tan miró a las garzas o grullas que allí seguían junto al pabellón y dijo o declamó:
-Oh vosotras garzas o grullas que no necesitáis para ser bellas ni polvos de arroz, ni vendas en los pies, ni postizos en el pelo, ni ceniza en los dientes para que no brillen, ni kilos de sedas para recubriros...¡Ni dote para casaros! Qué felices se os ve ahí picoteando insectos en el lodo.
Y sin poder evitarlo dejó que alguna lágrima surcara los valles de su cara, valles de arroz pulverizado, claro.
El Genio del Pabellón también se emocionó por este canto a la simplicidad y decidió que en esta partida se pondría de su parte si venía a cuento.

viernes, 8 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 5

ESCENA 5

El Genio del Pabellón no pudo evitar salir corriendo a contarle a Piz Pi-Re-Tang, la criada de Lu Pi-Tan lo que había oído. Nunca nadie debe despreciar las ganas de contarlo todo de un genio de un pabellón solitario.
Cuando el Genio del Pabellón llego hasta ella, Piz Pi-Re-Tang estaba cantando una pieza de la ópera de Pekín que hacía furor “Pobre china la que tiene que servir...”. El Genio se detuvo a oírla y se conmovió y rió a la vez. Él era un genio asexuado y ella una simple criada, a pesar de lo cual no sería errado decir que entre ellos había surgido algo.

Ilustración 1: El Genio del Pabellón charla con Piz Pi-Re-Tang

Cuando el ser no humano le dijo a la servidora lo que la madre del chico había dicho, además de contarle la Escena de las miradas, la chica guardó silencio y decidió que como mujer china sensata su lealtad estaba decidida de antemano: el mejor postor. El Genio no podía imaginar semejante cordura en el corazón de su querida. Él por su parte no tenía lealtad con ninguna facción, simplemente disfrutaba del filón de secretismo que hacía prometer este asunto.

Ilustración 2: Piz Pi-Re-Tang le aplica polvos de arroz a Lu Pi-Tan

Una vez enterada del asunto Piz Pi-Re-Tang decide sondear a su ama, y mientras le pone más y más polvos de arroz en el rostro, hasta que al fin parecía una finesa anémica, dejó caer en su conversación sobre pétalos de cerezos y cruzar grandes aguas las palabras: pabellón, garza, grulla, encuentro y enamoramiento.
Lu Pi-Tan suspiró como si de su pecho saliese el viento suave del sudeste en primavera. Su sirvienta no tuvo nada que preguntar.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 4

ESCENA 4

Un día como otro cualquiera, a la hora que canta el alcaudón, Lu Pi-Tan paseaba por detrás del pabellón de las garzas o las grullas cuando se encontró de frente con un hombre de aspecto melancólico que engarzaba o engrullaba perfectamente con su estado de añoramiento.
Ese mismo día y a esa misma hora y en el mismo lugar Huang Jo-She se encontró con una muchacha cuya vista le hizo añorar algo, sin saber qué, dejando ese aroma inimitable de lo que uno intuye pero no logra saber.

Ilustración 1: Lu Pi-Tan se encuentra con Huag Jo-She y viceversa todo tras el pabellón

Ilustración 2: Sue Glan lo vio y lo ve todo.Tras el pabellón

 Ambos seres bípedos bajaron la mirada en señal de reconocimiento mutuo, pero a hurtadillas se lanzaban miraditas que se clavaban como dardos haciendo diana en el pecho del otro. No se dirigieron la palabra y no les hizo falta, a partir de ahora sus solitarios paseos por detrás del pabellón tenían otro carácter, tal vez menos solitario.
Lo que aquellos dos nuevos enamorados no podían saber es que alguien los observaba. Aunque dada la alta densidad de población era bastante probable. Y lo que menos podían esperar es que la que los estuviese viendo fuese concretamente Sue Glan la reina de los gusanos y madre del melancólico Huang Jo-She. Ella se dijo internamente que no iba a permitir aquello, que tendría que saber quién era aquella chica, que menos de muchos millones de yuanes de dote ni pensarlo, que elegir esposa en medio de un camino podría ser de lo más taoista pero no valía para una confucionista como ella. Tanto se dijo internamente que algunas palabras le salieron de verdad y fueron escuchadas por el Genio del Pabellón.

Los chinos tang bien lloran 3


ESCENA 3

Sue-Gla, la madre de Huang Jo-She era una mujer decidida y de cierta viudez. Poco a poco, aprovechando la fortuna que le dejó su marido digamos que muerto y sus padres que habían corrido la misma suerte, se había hecho con toda la producción del gusano de la seda de la zona. Era la dueña y señora de la fábrica Brote de Ciruelo especializada en seda para grandes mandatarios de la corte y monjes de buena familia. Para ella trabajaban cientos de mujeres tejiendo, cientos de hombres cultivando moreras, millones de gusanos de seda encapullándose de forma incansable. Todo en su vida iba sobre andas salvo una cosa: su hijo.


Ilustración 6: Sue-Gla vigila a su hijo que pasea al ponente

Necesitaba una esposa para que el Cielo la bendijera con muchos nietos varones ¡Cuántas veces no lamentó este error biológico de la humanidad! Por suerte se había librado de aquella niña que su marido le obligó a tomar como esposa para su hijo alegando que los Pi-Tan eran gente de mucha alcurnia. Ella era ahora la dueña de de aquellas moreras que tanto lustre daban a los Pi-Tan y su hija, Lu, no era más que una Tan Flor en la Ópera de Pekín.
Sin embargo no era capaz de encontrar una mujer que estuviese a su altura, a la de su retoño, se entiende. Lo intentó con Fo Ra-Dang, la hija de los mayores productores de fuegos artificiales de la China del Centro. Pero la chica había sido encasquetada a un príncipe manchú con dificultades para llegar a fin de era.
Y por si no fuese poca preocupación ésta ahora a su hijo le daba por ir a pasear por detrás del pabellón de las grullas o las garzas. Sue-Gla tuvo una repentina visión ¿y si en vez de pasear iba a aquellos parajes para encontrarse con una hembra desdotada? Toda ella tembló y sin pensarlo subió al Monte del Dragón Durmiente del Levante y desde allí vio a su hijo ir hacia el poniente por detrás del pabellón.


Ilustración 7: Sue-Gla tiene dudas a cerca de la rectitud moral de su hijo que va al poniente.

Huang Jo-She pasea como siempre sin saber que su madre lo observa e intenta interpretar sus pasos vacilantes como el principio de una falta de principios. Ella lo enderezará como caña de bambú.