lunes, 4 de febrero de 2013

Los chinos tang bien lloran 1


Escena 1
Ilustración 2: Huang Jo-She yendo hacia el levante tras el Pabellón



Ilustración 3: Huang Jo-She yendo al poniente tras el pabellón

Huang Jo-She sentía adoración por el paseo tras el pabellón plateado de las garzas o grullas. Paseaba tras él pensando en por qué los Cielos no le habían beneficiado con una mujer conveniente. A veces se imaginaba esa mujer que ocuparía su puesto en su estructura familiar e incluso en su corazón. Recordaba cómo por culpa del Dios-Mono había perdido a su prometida. Aquella mujer que le habían buscado su madre y su abuela poco después de nacer y que había nacido en un lluvioso día del año del Gallo lo que prometía fertilidad y amabilidad. No podía recordar cómo aquella mujer perfecta para él se la había tragado... la Ópera Cómica de Pekín. Pobre desgraciada. Sus padres habían perdido todo cuando las moreras del valle del Loto Azul habían languidecido por el mal del Humo Verde. Y presa de una falta de recursos inadecuada se había esfumado sin poder pagar la dote.
En el fondo de su corazón, en el espacio llamado waeiwe, Huang Jo-She creía que debía haber aceptado a aquella mujer pese a todo. Había sentimientos que iban contra todo orden social, había sentimientos que iban más allá de la familia, había sentimientos que se oponían al Estado pero el pobre chico tenía dudas ¿había sentimientos que pasasen por encima del dinero? Esa lacerante pregunta sacudía su corazón mientras pasaba día tras día tras el pabellón de las garzas o grullas. Por la mañana iba hacia el levante y por la tarde hacia el poniente.


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