miércoles, 8 de febrero de 2012

Hafirmacione, princesa de Eslavoina


Título original: Hafirmacione, Prinzessin Eslavoina.
Director: Fritz von Fritz
Año: 1911
País: Imperio Austrohúngaro
Temática: Sentimentalisno superficial y política internacional
Guionista: Angëls Kasso
Intérpretes: Elisabeth Ludwing (Princesa), Karl Froid (Emperador), Lorenzo Ernest Lamas (emir de Bahatar).
 
Sinopsis: Hafirmacione es una bella princesa de un país centroeuropeo que vive plácido entre las montañas. Sus súbditos la adoran y le llaman popularmente Jajja. La princesa es bella de corazón, pero una pena la embarga: si no tiene descendencia su querido país se verá avocado a integrarse en un Imperio limítrofe compuesto por multitud de pueblos y países de distinto idioma unidos bajo el mando del amable emperador. La princesa es algo pariente de éste, por eso, y por su gran ejército, tiene legítimo derecho a quedarse con el trono de Eslavoina en caso de quedar vacante. 
Jajja no encuentra con quien casarse, ni siquiera con quien tener un hijo de estraperlo. No existe un hombre que se sienta cómodo ante aquella mujer, que lo es biológicamente y anatómicamente, pero que es básicamente un símbolo por su belleza, su bondad y su pena. Los eslavonios quieren verla casada y con hijos, o al menos eso dicen, porque en el fondo les reporta mucho más turismo y un turismo de calidad, tenerla así, soltera y triste, y por otro lado pertenecer al floreciente imperio cercano, con los descuentos para el ferrocarril que eso supone, tienta a más de un eslavonio. 
Hafirmacione decide jugárselo todo por el todo y enamorarse del primer hombre que vea, así sea el guardabosques. 
Por una de esas casualidades de la vida el primer hombre que ve es el emir de Bahatar. El hombre es arrogante y tiene buena planta, así que Jajja le da coba. Es más que evidente que entre los dos surge algo, pero cuando el emperador cercano se entera, media hora después que la princesa ha hecho ojitos al emir monta en cólera. Una unión de Eslavoina y Bahatar es algo contrario a sus intereses geopolíticos, y en general a los de todo el mundo. 
Aunque la corte eslavoina desaprueba esta relación muchas mujeres empiezan a usar velos y más de una se inscribe en danza del vientre. Mientras que en Bahatar tampoco sientan bien estas relaciones, sin embargo aumenta un cien por cien la importación de miriñaques y los  hombres empiezan a dejar crecer sus bigotes hasta unirlos con las patillas.
Todo al final parece posible, se empieza a hablar de un posible estado llamado Eslahatar o Bahavoina. En ese momento el emperador y sus muchchos, sus miles de muchachos vestidos iguales y con protección armamentística, entran en Eslavoina y suspenden el baile de la corte, el velovals. 
Todos los allí presentes reconocen que las cosas que no pueden ser no pueden ser además de ser imposibles, y cada monarca vuelve a su reino y el emperador al de todos.




Lo mejor: La belleza de los decorados, como es ya un clásico en el mundo del cine inexistente austrohúngaro, se une  aquí a la atractiva figura de la princesa Jajja. Todo es bastante sentimental, de un sentimentalismo difícil de superar.

Lo peor: Tal vez el final, pues la película hace soñar que las cosas imposible se pueden alcanzar, como la unión del emirato arábico y el reino centreuropeo inexistentes, pero al final las cosas son lo que son.


Curiosidades: El director Fritz Von Fritz, no tiene parentesco ninguno con Franz von Fritz, ni con Fritz von Franz, aunque es cierto que existe una relación que los combina aleatoriamente a los tres entre sí.

2 comentarios:

  1. Siempre me gustó más la obra de Angëls Kasso inexistente que la publicada por los medios convencionales.
    Grandes estudiosos de todas las áreas siguen investigando sobre las relaciones entre Fritz Von Fritz, Franz von Fritz y Fritz von Franz.

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  2. Dicen que una vez coincidieron en una misma recepción oficial los tres: Fritz Von Franz, Franz von Fritz y Fritz von Fritz, al terminar dicha recepción nadie sabía cuál era cuál, incluso ellos mismos dudaban. Se cree que en este caso se inspiró un ilustre vienés de entonces para hablar del trastorno de la personalidad múltiple.

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