viernes, 1 de marzo de 2013

Los chinos tang bien lloran 20


ESCENA 20

Lu Pi-Tan se sentía rara desde su encuentro con Sue Gla, pero no tanto como para cambiar su recorrido por detrás del pabellón, ella seguía dirigiéndose a levante. Cuando así hacía vio al otro lado del pabellón, en el bosquecillos de alerces, a Luben Da-Lio meditando profundamente. Observó su semblante, su coleta, su aura de concentración. Todo era tan verdadero que no dudó por un momento que se trataba de una magnífica actuación.

                              Ilustración 1: Lu Pi-Tan observa la magnífica actuación de Luben

Indudablemente un hombre que actuaba así pareciendo el más sabio y más prudente de todos despertó cierto interés en la dama que se creía dotada. Decidió mostrarse un poco descarriada y pasó al lado del meditador canturreando “Un mantón de la China-na-na me van a regalar” de la conocida ópera pequinesa “La verbena rosa y la paloma azul”.

                  Ilustración 2: Luben medita cabeza abajo y Sue Gla tiene los pies en la tierra

No mucho después pasó por allí, como por casualidad Sue Gla. Luben llevaba ya tanto meditando que ya lo hacía boca abajo sobre el pabellón. A Sue Gla aquellos alardes no acababan de parecerle bien. Recordó que en su juventud en la Corte del Celeste Emperador también había meditadores que con su prudencia y su sabiduría arrastraban a las muchachas hacia una bondad un poco de escaparate... pero ella se había mantenido fiel a sí misma y había conseguido unos buenos kilómetros de sedas de esas mujeres cuando simulaban aceptar la pobreza “No te preocupes Pio-Lin, tu medita y yo cargo con tu ropa lujosa”. Y así, tirando de un hilo, de seda claro, había acabado con aquel gran imperio que ¡Oh! Al fin parecía que iba a tener posible sucesor.

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