miércoles, 13 de marzo de 2013

Los chinos tang bien lloran 28


ESCENA 28

Lu Pi-Tang ya no sabe quién es, desde que el dragón se comiese a su doncella la capa de polvos de arroz que tapaba su cara va desapareciendo dejando ver un rostro del que ya no se acordaba. Sin embargo es un rostro del que sí se acordaban los demás, así que pronto toda la población local, y era mucha como en toda China, supo quién era.
Finalmente sus pasitos la llevaron tras el pabellón y allí se encontró con Sue Gla que la interpeló.

                                            Ilustración 1: Sue Gla y Lu Pi-Tan se sinceran



-Sé quién eres.
-Yo también, o eso creo. Ahora supongo que se interpondrá en los planes de boda con su hijo Huang Jo-She.
Sue Gla la mira sin saber qué decir, sin saber por donde empezar a decir la verdad... por un momento valora la posibilidad de decir que sí y mandarla de nuevo a la ópera de Pekín o a cantar en Lu-Al con Gai Oh-song.
-No, Huang Jo-She no es mi hijo, y de hecho por razones gastronómicas es ahora el duque de Chun, y tú en cambio sí eres mi hija. Así que no puedo oponerme a que te cases con el nuevo Chun-Go.
Lu Pi-Tan hace una reverencia y se va. Tanta información junta se merece un descanso ¡Ay si siguiese vivo Luben Da-Lio!¡Con lo sabio y prudente que era!
Al poco pasa el Mon-Tong de chinos tras el pabellón. Ya no pueden más con tanta carnicería, con tanta confusión paterno filial, con tanta verdad.

                               Ilustración 2: Manifestaci-Ong del Mon-Tong de chinos



-Con el Yang con el Yin que a esto le pongan fin.
-Tanto Tao me ha matao.
-En el Libro de las Mutaciones no hay soluciones... sólo indicaciones.

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