miércoles, 6 de marzo de 2013

Los chinos tang bien lloran 23


ESCENA 23

Lu Pi-Tan no acaba de decidirse. Su plan para atraer la atención o la concentración de Luben ha dado resultado, y sin embargo hacia el bueno del desconocido siente algo distinto, por no hablar de que sin mediar un previo aviso, ni firmar un documento han establecido un cierto compromiso. Al menos un compromiso a nivel pupilar. Pero las miradas se las lleva el viento... aunque no estaba muy segura, bueno, sino era el viento era cualquier otro elemento ¿la niebla? Su mente se inclinaba hacia Luben Da-Lio ¡con él todo parecía tan sabio y tan prudente!
                                           Ilustración 1: Tú al pabellón, yo a la montaña



De pronto Lu Pi-Tan descubre a Huang Jo-She observándola desde lo alto del Monte del Dragón Dormido De Poniente, y en menos tiempo del que tarda en recordar mentalmente el nombre de ese accidente geográfico decide inclinar su corazón al lado del muchacho.
-¡Ay, mami! ¿qué será lo que tiene el chino?
Huang Jo-She decide que ha llegado el momento de interceptar a la joven dotada para establecer de una vez por todas las clausulas de su corazón y de su contrato matrimonial. Sin embargo no baja del monte ni dice nada. Tanto silencio, tanta nada, tanta montaña le transportan sin querer a la cumbre de Huazi “Subo bajo de la cumbre del Huazi ¿pero dónde el fin de esta tristísima tristeza?

                        Ilustración 2: Lu Pi-Tan y Huang Jo-She se profesan un amor oculto o culto.



Lu Pi-Tan observa la cultísima melancolía de su amado encaramado al monte y ella misma suspira como si estuviera en el Pabellón sobre el Lago “una pequeña barca recibe a mi honorable huésped”
Se aman y son leídos.  

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