viernes, 8 de marzo de 2013

Los chinos tang bien lloran 25


ESCENA 25

Lu Pi-Tan se había decidido; ella y su dote serían de Luben Da-Lio ¡Era tan sabio y prudente! Además de meditar como nadie y de tener la coleta más rígida del Imperio Celeste. Todo lo rápido que sus disminuidos pies le permitieron, un ritmo tipo oro-plata-oro-plata, se plantó cerca de su repentino amado y sin más abrió sus chinescos brazos esperando de el otro algún tipo de respuesta. Y de todas las posibles respuestas la que obtuvo fue la menos esperada: la Verdad. Posiblemente también la menos deseada . Él no se levantó y ella lo inquirió con su mirada y el contestó de palabra.
-No es que no entienda los jeroglíficos de tu mirada es que estoy paraliticado. Me quedo donde me dejan por la mañana y luego me vienen a buscar.

                         Ilustración 1: Luben deja a un lado la sabiduria y dice la verdad.



Lu Pi-Tan no se esperaba esto, y eso que en casi todas las historias hay un paraliticado, así que salió por patas. Cuando ya casi no podía ver el pabellón, casi media hora después de contar pasito a pasito, se sintió arrepentida ¿No sería un marido mueble y de buena apariencia la mejor de las soluciones para una mujer dotada para casi todo?

Ilustración 2: Luben Da-Lio después de decir la verdad es devorado por el dragón Cheng-Cho. Desde luego no tenía un buen día.



Al volver la mirada el espectáculo oblicuo que sus ojos pudieron ver era dan-tes kong, el dragón estaba devorando a aquel posible marido-cómoda como si fuese un aperitivo. Se dio la vuelta y cerró sus ojos poniendo las manos delante en un gesto que hacía muy a menudo en su anterior trabajo. Añoraba sus representaciones operísticas, su actual papel de buscadora de prometidos dejaba mucho que desear. También dejaba mucho que desear su capa de polvos de arroz, eso lo decimos la opinión pública, desde la muerte por digestión de Piz-Pi Re-Tang nada era lo que había llegado a ser.

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