jueves, 12 de enero de 2012

Échale la culpa al cha-cha-chá

El gran cambio en la obra de Benito Crespo empezó de forma fortuita, como todos. En una recepción en la embajada alemana en Bogotá se cortó con un hierro en el que tal vez hubiese un recuerdo de una herrumbre, la embajadora asustada le hizo ponerse allí mismo una vacuna contra el tétanos, se pusieron a hablar y ella decidió que tenía que ir a Alemania fuese como fuese e inició un complicado proceso para que pudiese ir allá. Benito terminó en las afueras de Stuttgar lo que  hizo temblar la tierra sobre sus pies. En pocas palabras: teutónica, tetánica, titánica y tectónica.

Título original: Schuld war nur der Bossa Nova
Director: Benito Crespo
Año: 1991
País: Alemania
Guionista: Manuel A.
Intérpretes: Urs Milotz (Cantante), Ulrich Sneider (Corista uno), Klaus Furwegler (corista dos), Otto Meintz (corista tres) y Reiner Von Trübs und Primst (corista cuatro, la de blanco)

Sinopsis: Un pacífico país de Centro Europa llamado Eslavoina, sufre un extraño encantamiento, todos sus políticos se han convertido en coristas de fino talle, y de sus bocas sólo salen cancioncillas alegres. En principio esto no preocupa a nadie, en parte porque Eslavoina es un país casi sin preocupaciones, y les cuesta mucho concentrarse en tenerlas, y por otra parte por que nunca se ha hecho mucho caso a lo que los políticos tenían que decir.
Sin embargo las cosas se ponen feas cuando el presidente-cantante (Urs Milotz) tiene que escoger un nuevo primer ministro entre los hombres-coristas que le forman parte de su partido político ¿cómo decidirse si no paran? En principio se inclina por la corista numero cuatro, conocida como la corista blanca, básicamente por su formación como letrado, sus conocimientos de idiomas, y su conocida discreción. Pero la verdad es que pierde un poco el paso y su elevación de codos no deja de ser demasiado poco natural
El corista moreno de top azul no lo hace mal, además de haber estudiado economía en una prestigiosa universidad extranjera, sin embargo no se sabe bien la letra de la cancioncilla. La corista tres, la de la cinta en la cabeza es la mejor baza, sin duda, un hombre del partido, con larga experiencia en tratos con la oposición y una intachable vida familiar, pero su voz se hace notar demasiado, y si es una corista no debería destacar del resto.
En ese momento el presidente-cantante con el talle de avispa mejor conseguido de la democracia eslavoina recibe la cálida mirada de la corista número uno. Tal vez no sea el mejor formado de los cuatro, ni el hombre de mayor confianza, pero mueve las piernas que da gusto y genera en la gente una agradable sensación de que todos es fácil, y además lo mira de aquella forma...
Finalmente lo nombra primer ministro y para celebrarlo bailan un cha-cha-chá todos juntos, sin ningún tipo de rencor, al fin y al cabo están en Eslavoina.

Lo mejor: La delicada forma de entremezclar el baile y la política no tiene parangón. La fotografía algo brumosa nos hace sentir en un estado agradable, suave, realmente parece que estemos en un hermoso lago eslavoino.
Lo peor: Acostumbrado a dirigir cartelones a Benito se le ve un poco incómodo con personas de verdad, a pesar de que los cinco protagonistas son hombres de larga trayectoria en los escenarios da la sensación de que todo está un poco manga por hombro.

Curiosidades: La escena final pasó al imaginario popular, y mucha gente no sabe que forma parte de esta película ideológica. Puede verse en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=mzBTAobI_RQ

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